En Nueva York un hombre jubilado, quería hacer uso de su dinero sabiamente, por lo que decidió comprar una casa y unos pocos acres en Portugal. La modesta granja que decidió comprar había estado vacante durante 15 años. El propietario y su esposa habían muerto y no hubo herederos. La granja se puso en venta para pagar los impuestos generados durante varios años. En el gran granero había puertas de acero, y estas habían sido soldadas para impedir el paso.
Nadie quería ir para ver lo que estaba en ese lugar pues ello significaba un gasto adicional, y era complementario a la propiedad de todos modos. Fue así que nadie hizo una oferta del lugar.